domingo, 27 de febrero de 2011

Un (otro) mundo en guerra


Mariscal de campo Erwin Rommel, comandante del Afrika Korps:

"La guerra es una ocupación brutal y estúpida."

"Mostrad siempre un tacto y una educación extraordinarios, y enseñad lo mismo a vuestros hombres. Evitad la excesiva dureza o una voz demasiado imperiosa, signos ambos de que se tiene alguna cosa que ocultar." [Discurso ante la Academia de Oficiales de Danzig]

"Los nazis son una pandilla de matones callejeros. Es una lástima que Hitler haya tenido que asociarse con ellos." [Frase pronunciada antes de 1939]

"Caballeros, han luchado como leones, les admiro."
[Comentario a los oficiales británicos capturados tras la batalla de Tobruk]

"No destruiremos la leyenda de Hitler hasta que el pueblo alemán conozca la verdad."
[24 de julio de 1944, herido en un hospital, poco después de serle comunicada la existencia de los campos de exterminio y ser invitado a participar en la operación Valquiria para asesinar al Führer]

"A la vista de mis servicios en África, tengo la posibilidad de morir mediante veneno. Esos dos generales lo han traído con ellos. Es mortal en tres segundos. Si tomo el veneno, no se seguirá ninguno de los procedimientos habituales contra mi familia; es decir, contra vosotros. También dejarán en paz a mi Estado Mayor."


Rommel fue uno de los mandos alemanes que se negó a obedecer la Kommandobefehl (orden secreta de Hitler para asesinar a todos los prisioneros de guerra capturados, en flagrante violación de la Convención de Ginebra). Fue reiteradamente presionado para ingresar en el partido nazi; siempre se negó. En varias ocasiones se insubordinó, incumpliendo una orden directa del Führer de sacrificar hasta el último hombre y cuestionando abiertamente su estrategia. Fue el primero en saber que la guerra en el frente occidental estaba perdida (siempre dio por perdida la guerra en el frente ruso). Odiado por el alto mando del Estado Mayor y por los oficiales de su propio ejército, era en cambio admirado por la tropa y, curiosamente, por sus enemigos Churchill y Montgomery.Tras el atentado del 20 de julio de 1944 contra Hitler, fue acusado de haber participado en el mismo y obligado a suicidarse para evitar represalias contra su familia y su personal más cercano. Nunca se pudo demostrar su implicación en la Valquiria.

"Nos enfrentamos a un valiente y habilidoso oponente y, si puedo decir tal cosa a través de la destrucción de la guerra, a un gran general."
[Winston Churchill, durante el debate en el parlamento británico en el que se enfrentaba a un voto de censura por la incapacidad británica de vencer a Rommel en el norte de África]


General George S. Patton, comandante del Tercer Ejército de Estados Unidos:

"En comparación con la guerra, todas las demás formas de actividad humana se encogen hasta la insignificancia."

"El valor es aguantar el miedo un minuto más."

"El objetivo de la guerra no es morir por tu país, sino hacer que otro bastardo muera por el suyo."

"No mido el éxito de un hombre por lo alto que llega, sino por lo alto que rebota cuando toca fondo."

"El patriotismo en el campo de batalla consiste en conseguir que algún desgraciado muera por su país antes de que él consiga que tú mueras por el tuyo."

"No quiero oír ningún mensaje diciendo, “estoy manteniendo mi posición”. No estamos manteniendo nada. Que lo mantengan los alemanes."

"¡Rommel, maldito bastardo, he leído tu libro!" [Exclamación de Patton tras derrotar definitivamente a las fuerzas alemanas en el norte de África. Durante la campaña, Patton leyó con fruición un libro de estrategia escrito por Rommel, donde explicaba los fundamentos de la Blitzkrieg que él mismo practicara ya en la Primera Guerra Mundial]

"Quiero que me mate la última bala disparada en la última guerra."

"Los aliados lucharon contra el enemigo equivocado..." [en su opinión, debían haber luchado no contra los alemanes, sino contra los rusos]


Patton creía ser la reencarnación del general cartaginés Aníbal, de un legionario romano, de un comandante de campo de Napoleón y otras figuras militares históricas. Murió en un accidente de coche a los pocos meses del fin de la contienda (posiblemente, un suicidio). En sus últimos años afirmaba constantemente que no sabría vivir en un mundo sin guerra.

martes, 22 de febrero de 2011

La paz en guerra



Patlabor II, Mamoru Oshii (1993)

He aquí mi tesis central : bajo la máscara del desarrollo en todas partes del mundo una guerra se lleva a cabo contra la paz popular. En las regiones desarrolladas no queda casi nada de ella.
Desde siempre la cultura ha impreso a la paz su significado. Cada ethnos –pueblo, comunidad, cultura- se ha reflejado, expresado simbólicamente y reforzado por su ethos de paz: mito, legislación, diosa, ideal. La paz es tan vernácula como la palabra. Retomemos a los judíos: consideremos al patriarca judío que, con los brazos levantados, bendice a su familia y a su rebaño. Invoca el Shalom, que traducimos por la palabra paz. Para el padre semita, la paz son las bendiciones de la justicia que el único verdadero Dios vierte sobre las 12 tribus de pastores recientemente sedentarizados.
Para el judío, el ángel anuncia Shalom y no la paz romana. La paz romana significa algo completamente diferente. Cuando el gobernador romano blande la enseña de sus legiones y la planta en tierra Palestina, no eleva su mirada al cielo. La vuelve hacia una ciudad muy lejana; impone la ley y el orden de esa ciudad. Aunque existen en un mismo lugar y en un mismo tiempo, Shalom y pax romana no tienen nada en común.
En nuestra época ambos términos han decaído. Shalom se retiró al reino privado de la religión, mientras que pax invadió el mundo como “paz” –peace, pace-. A lo largo de dos milenios de uso por las élites dirigentes, pax se volvió un polémico desván. Constantino la explotó para transformar la cruz en ideología. Carlomagno la usó para justificar el genocidio de los sajones. Pax fue el término que usó Inocencio III para someter la espada a la supremacía de la cruz. En los tiempos modernos, los dirigentes la manipulan para mantener el control del partido sobre el ejército. Invocada tanto por san Francisco de Asís como por Clemenceau, pax perdió los límites de su significado. Se volvió un término sectario y proselitista, ya sea que lo usen el establishment o los disidentes, ya sea que los países del Este o de Occidente se pretendan sus garantes legítimos.
La idea de pax tiene una historia rica e interesante, aunque sólo se haya estudiado pobremente. Los historiadores se han ocupado mucho más en llenar las bibliotecas con tratados sobre la guerra y sus técnicas. Términos como huo’ping o shanti parecen tener hoy un sentido relativamente relacionado con el de la antigua pax. Pero los separa un foso; no son en absoluto comparables. El huo’ping de los chinos es la dulce y serena armonía en el centro de la jerarquía del cielo, mientras que el shanti de los hindúes evoca principalmente el despertar íntimo, personal, cósmico, no jerárquico. En síntesis, no hay una “unidad” de la paz.
En su sentido concreto, la paz pone al “yo” en el centro del “nosotros” correspondiente. Pero esta correspondencia difiere de una atmósfera lingüística a otra. La paz fija el sentido de la primera persona del plural. Al definir la forma del “nosotros” exclusivo (el kami de las lenguas malayo-polinesias), la paz es la base sobre la que la gente del Pacífico emplea naturalmente el “nosotros” inclusivo (kita). Ahí se encuentra una distinción gramatical completamente ajena a los europeos y ausente de la pax occidental. El “nosotros” indiferenciado de la Europa moderna es semánticamente agresivo. Por eso, la búsqueda asiática de la paz debe considerar con gran circunspección la pax que no toma en cuenta el kita ni el adat (los ámbitos de comunidad). Aquí, en el Extremo Oriente, debería ser más fácil que en Occidente dar como fundamento de la búsqueda de la paz lo que es quizás su axioma fundamental: la guerra tiende a volver semejantes las culturas, mientras que la paz da la condición para que cada cultura florezca de manera propia e incomparable. De ahí se sigue que la paz no se exporta; la transferencia la corrompe inevitablemente. Tratar de exportar la paz es llevar la guerra. Cuando la búsqueda de la paz olvida este truismo etnológico se transforma en tecnología de la manutención de la paz: ya sea que se degrade en cualquier forma de rearme moral, ya sea que gire perversamente hacia la polemología (ciencia de la guerra) negativa de los estados mayores y de sus simuladores en computadora.
La paz es una noción irreal, puramente abstracta, si no se apoya en una realidad etnoantropológica. (…)
La pax economica enmascara el postulado según el cual la gente se ha vuelto incapaz de satisfacer por sí misma sus necesidades. Confiere a una nueva élite el poder de que la sobrevivencia de todos los seres sea tributaria de su acceso a la educación, a los servicios de salud, a la protección policial, a los departamentos y supermercados. La pax economica califica a los que subsisten por sí mismos como “improductivos”, a los que son autónomos como “asociales”, a los que tienen un modo de vida tradicional como “subdesarrollados”. Dicta la violencia contra todas las costumbres locales que no se insertan en un juego de suma cero.
En segundo lugar, la pax economica promueve la violencia contra el medio ambiente. La nueva paz garantiza la impunidad: el medio ambiente puede usarse como un recurso para ser explotado en vistas a la producción de bienes mercantiles y como un espacio reservado para su circulación.

Iván Illich, El espejo del pasado

Nota: la imagen del vídeo de Youtube tiene una escasa calidad. Quienes quieran apreciar la imagen del fragmento en todo su esplendor podrán hacerlo aquí (el doblaje es italiano).

miércoles, 16 de febrero de 2011

Las lágrimas de Kali



Para Mariel y el géiser de ira, y la delicadeza que hay debajo

I


Que nadie me mire:
caerá fulminado;
que nadie se aproxime,
que nadie me requiera:
contestaré con el rayo,
con la espada
o el detonador
de un arma mortífera.
En mi parcela de universo
yo soy Siva,
soy Kali,
la destructora,
no la cólera de Dios,
no,
sin cólera,
sin rencor,
sin venganza,
sin justicia,
soy la gran destructora cuya furia
no se aplaca,
mi mundo,
el que yo he creado,
desaparece entre las llamas
que brotan de mis pies.
Danzo descalza sobre mis enemigos,
¡No pronunciéis mi nombre!
¡Cuidad de no pronunciarlo!
La voz se os quebraría en la boca
y escupiríais diamantes
como si fuesen un volcán vuestras entrañas.
Que nada se mueva: todo
lo que se agite se disolverá
en su propio aleteo.
No es justicia,
no es némesis,
es la pura Soledad
que se asume a sí misma
y se quiere y respeta
la voluntad de ser
de ser una,
una sola,
de ser única.
Yo soy Kali,
la destructora,
la oscura,
la del collar de calaveras,
la bebedora de sangre,
la solitaria.
La fuerza del universo
es el sonido de mis armas
y no hay perdón ni hay
remordimiento
porque no hay ofensa ni ofendido,
ni culpa ni culpable,
hay tan sólo un mundo acumulado
bajo las plantas de mis pies
y no lamento el final desgraciado
de algunos,
ni el argumento que fue felizmente
resuelto,
no lamento el final de todas
las historias
pues yo soy el principio
y el fin de todas ellas.
Yo soy Kali la oscura,
la terrible,
la bella,
la que construye el tiempo
contando sus víctimas.

Yo soy la que,
más tarde,
al despuntar el día,
contemplará los despojos
humeantes de aquel mundo
que fue suyo
y llorará despacio,
a escondidas de sí misma.




II


He declarado la guerra a todos mis enemigos.
Me he declarado la guerra a mí misma.
He declarado la guerra al .
Alejaos.
Temedme.
Por ahora sois aún los objetos del .
Sois el otro que me habita y me recorre
con oriflamas alzados donde dice
"Éste es el Pabellón de las Delicias",
"Éste es el Palacio del Terror".
Todos sois ejércitos
y lugares,
a la vez ejércitos
y a la vez lugares,
sois el que acude a vosotros
para odiaros o para desearos.
Cuando termine esta guerra
-si alguna vez termina-
podremos conversar
y tal vez amarnos,
podremos jugar a aquel juego
que consiste en abrir distancias
y volver a cerrarlas
sabiendo que no existe
ni el cerrar,
ni el abrir,
ni ninguna distancia.





III


Sólo lo imposible me enamora.
¡Le declaro la guerra a lo imposible!
Decreto la desorganización
de las jerarquías,
la decadencia de la
verticalidad.
Absuelvo la superficie.
Asumiré, en pago,
la desaparición del vértigo
y el temblor de la espera.
Sea.
Hasta que crezca el horizonte.
Para cuidar
su crecimiento.
Sea.

Tal vez más tarde el vértigo
sea constante.
Tal vez el temblor
arranque del presente.
Sé lo intensa que es
la vida dentro de las cosas.
¡En superficie, todas!

¡Declaro la guerra a lo posible
y a lo imposible!
¡Declaro la guerra
a la voluntad de logro!
Mi voluntad sin objeto
estalla como el trueno
y arrastra
los tiempos venideros
y el pasado
como un eco. Las montañas
me reciben con esa tenebrosa
densidad que prepara las tormentas.
A mi paso se inclinan
las hierbas y las bestias y
no hay lugar donde pueda
resguardarse
un corazón sensible
o tierno o malherido.
A la des-esperación
sucede el trueno.
No espero: actúo.
La tierra es el espacio del combate,
mis pisadas levantan el polvo
como una manada de búfalos
en estampida. No hay objeto
para mi acción,
no construyo
para un futuro.
Soy la que dice No
y en la soledad se consagra
como fuerza infinita,
al fin reabsorbida,
al fin libre.





IV


Yo soy Kali,
la oscura,
la del collar de calaveras,
la que nunca duerme,
la despiadada,
la guerrera,
la amante destructora
cuyo pie se apoya
en la posibilidad
de sí misma,
la posibilidad
siempre igual a sí misma.
He trocado
la cuerda del ahorcado
por el collar de calaveras
y frente a cualquier expreso
la libertad primera:
ningún deseo,
ningún lamento
ocupará el lugar
donde pueda surgir la ira,
o la fuerza,
o la calma,
las formas del Poder que se alimenta
de la gran Soledad.
Yo soy la que no es,
la Sola,
la que arranca de sí misma,
aquella que aprendió a cortar
una lágrima
con el filo de su espada
sin que en su acero permanezca
ni un rastro de humedad.
Soy la que nunca más
derramará una lágrima
porque nada posee salvo
su propia fuerza.





V


Heme aquí raíz,
savia de impulsos ascendentes,
madre aún,
posible siempre,
anticipada gestación
de un porvenir intruso
en un presente
que desestima el valor
de nacer a sí mismo de nuevo.
Heme aquí clavando
mis ojos
de savia encarcelada
en los troncos vacíos de los árboles
heme aquí creyendo,
queriendo creer
en la impostura de las ruinas,
el candor del desastre,
la calidez del humo en los rescoldos.
Heme aquí,
heme aquí,
he aquí que me atrevo
a creer en las ruinas.


¡Me atrevo a creer en las ruinas!




Y aquí: la voz de Kali





Si bajo la espada, me descubro sola o siendo muy pocas frente a la polvareda humana cuya agitación reconozco. No es la mía, ya no es la mía. ¿Lo fue alguna vez? La miro de frente, la encaro. Esto es suficiente para que vuelva a mis manos la espada, por siempre desenvainada. Que el pasado no se inmiscuya en el presente -es peligroso-, que el futuro no se condense antes de tiempo -antes de ser o, mejor dicho, antes de dejar de ser futuro- en el deseo. Iré segando el campo alrededor de este instante, de este instante continuo, alrededor de cada una de las chispas que arrancan de mi tierra: mi carne: el espesor donde se fragua el gesto.
Yo soy en el gesto, en cada uno de ellos, tan importantes, todos, a pesar de su inconsistencia o, tal vez, precisamente, merced a ella.

Puede que todos naveguemos en el mismo barco, pero yo veo que navego a la intemperie y la lluvia no me cala mientras empapa a otros. Creo que es por la alegría con que miro hacia el cielo.
La espada está dispuesta, la atención vigila. He pasado el umbral de la tristeza, estoy justo bajo el borde del velo. No trato de levantarlo. Por ahora es suficiente con permanecer ahí. La tristeza resbala tras de mí como las aguas de una catarata. Mi posición no es firme. Por eso vigilo, he de estar atenta. No puedo relajar la guardia. Kali, la negra, me acompaña. Soy su aprendiz. Aún no he bebido la sangre en su cuenco. Todo tiene un tiempo. No hay prisa. En este umbral el corazón es líquido gozoso. ¿Será posible no tambalearse en las pruebas? No preguntes: vigila.





















Antes de Beatrix Kiddo, lady Snowblood tiñó de rojo la nieve con el filo de su espada:





Textos: Hainuwele y otros poemas, Filosofía en los días críticos, Chantal Maillard

viernes, 11 de febrero de 2011

Soñar en la selva

Niño lacandón, Chiapas

En la selva de Chiapas, se duerme en cabañas de paja sin paredes, en hamacas que apenas se mecen.

Allí se dice:

Si sueñas con un burro, hará mucho viento.
Si sueñas con tacos, verás un oso hormiguero.
Si sueñas con un oso hormiguero, vendrá gente.
Si sueñas con una termita, verás un jaguar.
Si sueñas con un jaguar, vendrá gente.
Si el jaguar te muerde, no son gente.
Si sueñas que te despiertas, tendrás miedo en la selva.
Si sueñas con un espejo, verás piedras blancas.
Si sueñas con tu lengua, ten cuidado.
Todos los pájaros significan fiebre, todos los peces significan dolor de estómago.
Si sueñas que te preocupa el precio de las cosas, no tendrás que preocuparte del precio de las cosas.
Si sueñas con una fiesta, te aburrirás por mucho tiempo.
Una calabaza es la cabeza de un jaguar; la vieja canoa, un caimán.
Si sueñas con una casa, verás un jabalí.
Si sueñas con una barba, verás un jabalí.
Si sueñas con una escoba, verás un jabalí.
Si sueñas con un poeta, alguien va a llorar.
Una escopeta es el colmillo de un animal.
Los frijoles son gusanos y los gusanos son frijoles.
Si sueñas que escribes, te morderá una víbora.
Si sueñas con un lago, no es nada.
Si sueñas con una rana, no es nada.
Si sueñas con una flor, no es nada.
Si sueñas con el cielo, no es nada.
Si sueñas con hojas, no es nada, pero si las hojas se agitan con el viento, los saltamontes se comerán el maíz.
Si sueñas con la niebla, vendrá gente que está triste y enferma.
Si sueñas que sabes algo, no lo sabes.
Si sueñas con un halo alrededor de la luna, el fin del mundo se acerca.
Lo que en el sueño es fino será grueso.
Lo que en el sueño es cierto no pasará.

Eliot Weinberger, Algo elemental (trad. Aurelio Major).

jueves, 3 de febrero de 2011

El tacto





































































































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